¡Último día del 2015!
Sólo quedan unas horas para que estemos brindando con champagne y nos atragantemos con las uvas como maníacos, pero aquí estoy dándoos un pequeño consejo para trabajar los personajes en vuestra novela.
El tema de creación de personajes es extensísimo, y de hecho, un pilar fundamental en una historia de ficción. Si construyes unos buenos personajes, no importa el argumento, ellos mismos te guiarán hacia la trama perfecta. Sé que es algo que se dice mucho y hay quien lo considera un mito, pero es cierto, y cuando te ocurre, cuando un personaje te «habla» y te indica cómo avanzar, es maravilloso.
Hablaremos mucho de este tema más adelante pero de momento os dejo con una idea que a mí me va genial:
Construir personajes rellenando fichas
Pueden ser en soporte físico, o mediante archivos que organices en carpetas en tu ordenador, aunque yo apuesto por las de cartulina, las fichitas tamaño 10×15 de toda la vida. Puedes empezar por una lista de atributos para ir definiendo al personaje, aunque verás que a medida que las vayas construyendo y rellenando se te ocurrirán nuevas formas de caracterizarlos.
Lugar de nacimiento:
Color de ojos, de piel, de pelo:
Rasgos físicos que lo caracterizan:
Muletilla que emplea a menudo al hablar:
Música que le gusta:
Su película favorita:
Famoso al que odia:
Plato preferido:
Alimento que más detesta:
Un secreto inconfesable:
Su primer amor:
Tiene debilidad por:
Las flores que más le gustan:
Dibujos animados favoritos en su infancia:
Olor que no soporta:
Cubata que pide siempre en un bar:
…
Y así, hasta el infinito. Puede parecer una tontería tener que saber la música que escucharía tu personaje, o si le gustan más los girasoles o los claveles, pero son los pequeños detalles los que dotan de realismo a un personaje, y es importante tenerlo todo bajo control para que haya una coherencia, para que no pongas las manías de uno en la descripción de otro y además, para que sean diferentes entre sí, llenos de riqueza y de verosimilitud. Eso sí, el hecho de que sean realistas, no significa que hayan de ser aburridos. Pueden ser contradictorios y estar llenos de matices, y eso es lo divertido. Un empleado de la Agencia Tributaria enfundado en un traje gris y con el pelo engominado será más divertido si en la ducha canta Motörhead a pleno pulmón que se si pone un CD de Perales mientras conduce.
Y hasta aquí el consejito de hoy. Me marcho a ocuparme del postre que tengo planeado hacer para la cena de esta noche, pero no me voy sin antes deciros que estoy a vuestra disposición para resolver vuestras dudas, y que podéis contactarme por Facebook o mediante el formulario de aquí abajo.
¡Feliz año nuevo!
Ana Olivia Fiol
Diario de una escritora fantasma
Deja una respuesta