Sí. Has leído bien, hoy voy a hablar de lo que podemos considerar el InBound Marketing, o Marketing de contenidos allá por el Siglo XIII. Y, no. No me he pasado con la ración de opiáceos en el desayuno.
El marketing de contenidos es ésa maravillosa faceta del marketing que nos lleva a crear material útil e interesante para los usuarios, de forma que uno pueda convertirse en referente en su sector y llegar a gente que realmente busca ése producto o servicio. Con el InBound marketing logras que tus clientes vengan a buscarte, en lugar de que tú tengas que ir a tocar a su puerta, corriendo el riesgo de molestarlos y de que la estrategia de comunicación se vaya a la porra. Escribir en un blog o web, con una intención predefinida, es marketing de contenidos. También lo es empezar un canal de YouTube y por supuesto, un podcast.
Por ejemplo, si tienes una tienda online de deportes, tu estrategia de marketing de contenidos puede consistir en escribir artículos, o grabar episodios de un podcast, en el que des consejos para practicar distintos deportes, hables de nutrición para deportistas, de cómo y por qué elegir el equipamiento correcto según el ejercicio al que uno se vaya a dedicar, ofrecer ejercicios eficaces que uno puede hacer desde casa, etc… De esta forma tu público objetivo acabará encontrándote por sí mismo cuando quiera resolver una duda de la que tú has hablado y gracias a Google te encuentre enseguida. Porque Google te trata bien cuando ofreces información útil y de calidad a los usuarios. Hay toda una ciencia detrás de todo esto, pero en síntesis, ésa es la idea.
Entonces… ¿qué diablos pinta el InBound Marketing en el Siglo XIII?
Pues porque fue, exactamente, (de forma contextualizada a su época), lo que hizo el primer poeta de nombre conocido en lengua castellana que forma parte de nuestra historia. Me estoy refiriendo, por supuesto, a Gonzalo de Berceo.
No es mucha la información que nos ha llegado sobre su vida, pero los estudiosos consideran que nació en el año 1.198 en un pueblecito de La Rioja llamado Berceo, que es de donde toma su nombre. Formaba parte del Monasterio de San Millán de la Cogolla, no se sabe si como monje, pero sí se sabe que fue un clérigo y que incluso llegó a diácono.
De Gonzalo de Berceo nos han llegado nueve obras, todas de carácter religioso, lo que le convierte en un representante del Mester de Clerecía en castellano, y en ellas, básicamente reúne hechos notables en las vidas de algunos santos y sobretodo de la Virgen María, traduciéndolo del latín.
Pensemos una cosa. En aquel tiempo, principios del Siglo XIII, plena Edad Media la gente no era tan devota como nos hacen creer. Era una época convulsa y la península ibérica era un crisol de culturas y religiones. Gonzalo de Berceo vivía en la provincia de Burgos, territorio de la Castilla católica, pero la mitad de lo que ahora llamamos España, era un reino musulmán, con unas fronteras flexibles, que iban y venían en función de quien venciera tal o cual batalla. La Iglesia tenía mucho poder, pero necesitaban afianzarse mucho más. Debían atraer a las gentes analfabetas e ignorantes, a nuestros desdichados antepasados que ya tenían suficiente con poder ganarse la vida para sobrevivir, de lo contrario, Berceo no hubiera escrito sus poemas en castellano.
Por aquel entonces era el latín el que se debía usar para poner por escrito las cosas oficiales y serias, las lenguas romances (castellano, catalán, galaico-portugués, etc) eran consideradas vulgares, útiles sólo para el uso oral. Pero al escribirlas en la lengua del pueblo, la intención era que los juglares las tomaran y las expandieran por ahí. La gran mayoría de la gente no sabía leer, y aun sabiendo, tampoco era fácil acceder a los textos escritos. De modo que eran los juglares quienes difundían las historias de acá para allá, entremezclando las poesías épicas, como las del Cantar de Mío Cid con las religiosas, todo con unas pinceladas de hecho histórico.
La ficción y la realidad se mezclaban, forzosamente, inevitablemente, y el público acababa integrando y memorizando las más populares. Al escribir en castellano Gonzalo de Berceo estaba cumpliendo con el requisito Número 1 en el marketing online:
Exprésate en el idioma que habla tu público.
Y con ello no me refiero a lenguajes en sí, si no a intenciones, a contexto, a formas de hablar. Por ejemplo, si un cirujano plástico quiere anunciarse en Google, será mejor que utilice palabras clave del tipo «operación de nariz» o «operar las orejas» que otoplastia o rinoplastia.
Pero eso no es todo. Gonzalo de Berceo es conocido principalmente por su obra Los Milagros de Nuestra Señora. Una compilación de milagros varios, realizados por la Virgen María, en los que se ensalza su figura y la forma en que intercede por sus devotos, para salvarlos de lo que sea incluso siendo pecadores. Otras de sus obras están dedicadas a vidas de santos. Primero lo hizo para el santo que regía su propio monasterio, es decir San Millán de la Cogolla, una forma perfecta para «dar publicidad» a su patrón y conseguir que en toda la cristiandad su monasterio fuera relevante, para conseguir, no sé, más peregrinos, más donaciones, más devotos, mejor imagen ante el Papado… ¡InBound marketing en estado puro!
Todos los datos que menciono son reales, pero la forma de unir estas ideas, relacionando la obra de este autor con el marketing de contenidos actual, es toda mía. Si alguno de mis profesores de filología ve esto… no sé, igual me mandan un sicario o algo así. Yo sigo creyendo que tiene toda la lógica del mundo.
Pues bien, tras el éxito de su primera obra dedicada a la vida de un santo, lo hizo con una santa que también estaba adscrita a su monasterio. Con las Glosas a la Vida de Santa Oria, Berceo le da un papel protagonista a una monja benedictina que profesó en el Monasterio de San Millán de Yuso, vamos, que pertenecía al mismo club.
Gracias a ello, ahora habían nuevos poemas rondando por ahí, recitándose de plaza en plaza, asombrando a la gente con los milagros que se le atribuían a Santa Oria, reforzando la creencia de las personas en el Dios cristiano (algo importantísimo en plena «reconquista») y de paso promocionando su «negocio». Lo curioso de todo esto es que la estrategia debió funcionar, porque desde un monasterio vecino, situado a unos 100 km al sur, Gonzalo de Berceo recibió un «encargo» y se puso manos a la obra para componer los nuevos poemas dedicados esta vez a Santo Domingo de Silos.
Gonzalo de Berceo no sólo había inaugurado el marketing de contenidos 700 años atrás, sino que además se convertía en el primer copywriter de la historia y en escritor por encargo.
Sea como sea, la estrategia le funcionó y su nombre y su obra forman parte de nuestra historia. Una historia que debemos conocer para conocer nuestra propia identidad, y para tener algo de lo que quejarnos en bachillerato.
Espero que os hayan gustado mis reflexiones. Tengo muchas más cosas que explicar sobre InBound Marketing y sobre literatura. Para cualquier duda, sugerencia o pregunta, puedes contactarme mediante el formulario o comentando en algún post.
Diario de una escritora fantasma
Juan Victorio dice
¡Muy bueno! Te lo dice un especialista de la Edad Media